Título: Los Ritos del Agua
Año de publicación: 2017
Género: Misterio
Sinopsis
2016: Ocurre un nuevo asesinato, Ana Belén Liaño también conocida como Annabel Lee, quien fue la primera novia de Kraken. La mujer estaba embarazada y fue ejecutada según un ritual celta, la Triple Muerte Celta: quemada, colgada y sumergida en un caldero de la Edad del Bronce. Esta muerte estaba reservada a aquellos que no merecían ser padres. Como el caso afecta de forma personal a Kraken vuelve a su trabajo como perfilador criminal junto a Estíbaliz y unos nuevos miembros del equipo. Entre todos deben detener a un asesino que imita los Ritos del Agua en lugares sagrados del País Vasco y Cantabria, con víctimas que esperan un hijo. Además, la subcomisaria Díaz de Salvatierra está embarazada, pero sobre la paternidad se cierne una duda de terribles consecuencias. Si Kraken es el padre, se convertirá en uno más de la lista de amenazados por los Ritos del Agua.
1992: Unai y sus tres mejores amigos, su cuadrilla, pasan el verano trabajando en la reconstrucción de un poblado cántabro. Allí conocen a una enigmática dibujante de cómics, a la que los cuatro consideran su primera amor, y que 24 años después parece regresar a sus vidas.
Opinión: Tras la publicación reciente del último libro de está trilogía (Los Señores del Tiempo) quise continuar leyendo su historia, y por ello la retomé y leí la segunda parte.
De nuevo, el asesinato con el que se inicia el libro toca de forma muy personal a Unai, alias Kraken, ya que conocía a Ana Belén Liaño de un campamento de su juventud. Ella puso en peligro la integridad de la cuadrilla en 1992, y ahora al aparecer asesinada tienen que recordar aquel verano que se menciona en la sinopsis y revivir algunos momentos duros, que vuelven a poner en peligro su confianza mutua. El modus operandi de este asesino se basa en un rito del agua de la cultura celta, así como la ubicación en la que se encuentra el cuerpo que tiene relación con dicha cultura. De esta forma, volvemos a aprender Historia sobre las culturas antiguas y sobre distintas ubicaciones de Vitoria y sus alrededores. La autora trata la ciudad con tanto detalle que ya me resulta familiar, aunque no la he visitado nunca. Es una de las características de esta trilogía que me gusta porque hace muy fácil trasladarse mentalmente hasta los sitios en los que se ubica la historia para vivir todo lo que está contando.
A parte de desarrollarse la investigación, también lo hace la historia personal del protagonista y de todos los personajes, conociendo un poco más de su pasado, con sus traumas y motivaciones que los han convertido en quienes son actualmente. Avanzan las relaciones entre los personajes, con sus altibajos, sus dramas y sus alegrías. Por lo que reflejan perfectamente las relaciones reales. Además, profundizan en las motivaciones del asesino y en todo su entorno, por lo que se cuentan y explican nuevas realidades que no aparecían en el libro anterior que han desencadenado en ese perfil asesino. Un personaje que me encanta es el abuelo. Porque siempre que se le necesita está ahí y sabe todo lo necesario, tiene un aura mística a su alrededor.
En conclusión, es una novela que engancha para leerla en pocos días, al igual que ocurre con la anterior. Va saltando entre el pasado y el presente para conocer todos los detalles, y los distintos testimonios de los personajes involucrados juegan en el lector de forma que no se sabe quién dice la verdad o tiene razón hasta el final del libro. Por lo que mantiene el misterio, la tensión y la intriga hasta el final, donde se acaba resolviendo todo.
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