lunes, 1 de junio de 2015

La sombra del ciprés es alargada

Título: La sombra del ciprés es alargada
Autor/a: Miguel Delibes
Año de publicación: 1948
(Esta edición 2010)
Nº de páginas: 347
Editorial: Austral
Género: narrativa
Premio Nadal 1947


Sinopsis: Pedro, el protagonista, es huérfano desde su niñez. A instancias de su tío y tutor viene a parar para su educación al hogar sombrío de don Mateo Lesmes, en la austera y recoleta ciudad de Ávila. Preceptor esforzado pero pésimo pedagogo, don Mateo educará al muchacho en la creencia de que para ser feliz, o al menos para no ser desgraciado, hay que evitar toda relación con el mundo, toda emoción o todo afecto. Solo la vitalidad y juventud del protagonista podrán, años después, ayudarle a superar el pesimismo inculcado. Sin embargo, los acontecimientos parecen obligarle a recordar lo aprendido...
Delibes, con un impecable estilo que asombra aún más por cuanto se trata de su primera novela, consigue una espléndida obra donde la muerte, que rodea y golpea constantemente al protagonista, es vencida, finalmente por la esperanza.

Opinión: A partir de esta sinopsis me esperaba otra cosa. El pesimismo se extiende a lo largo de gran parte de la novela cuando yo pensaba que sería el inicio y poco más. Se me ha hecho pesada esta lectura porque recurre al mismo principio pesimista constantemente. El protagonista Pedro cuenta en primera persona su vida y hay grandes fragmentos de reflexión y de pensamientos internos del personaje acerca de su filosofía de vida. En contraste lo que son sucesos de la vida cotidiana (que a lo mejor podrían servir de relleno) apenas hay, y luego están los acontecimientos significativos. Todo se basa en el principio de no asirse a las cosas (y no llegar a conocer y disfrutar de la vida), y en la huella que dejan las otras pocas personas con las que se relaciona el protagonista. La verdad es que con lo que le ocurre, su filosofía se reafirma. Pero al final le hacen ver otra perspectiva y cambia su opinión. La presencia física del maestro Lesmes no es muy importante, pero sí su huella en la mentalidad de Pedro. El final es algo triste y se ajusta perfectamente al ritmo de la historia, aunque yo hubiera preferido un final diferente y más feliz.
De lo mejor es la perspectiva que da de Ávila, la cual no me importaría visitar en invierno para verla bajo la nieve.

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